He vuelto de unas cortas
vacaciones. Ha sido una semana de relajación por los valles pirenaicos de
Navarra, de la mano del Inserso, en un recorrido cultural por el románico y el
gótico de la zona. Leyre, Irache, Iranzu, Eunate, Javier, Puente la Reina,
Roncesvalles, Sangüesa…
Aceptables, los compañeros
de viaje. Entre ellos está ese caballerete enterado que trata de poner orden en
el viaje. Sabe, informa, desconcierta, inventa. Lo mejor no hacerle caso, él
mismo se cansa de tanto intento vano de protagonismo y termina por diluirse en
el grupo como uno más.
Eunate. |
Está también la señora que
no sabe dónde se ha metido y va de aquí para allá en la mayor de las confusiones.
“¡Ay, hija!, llevamos ya cuatro días por
aquí, pero entre tanta visita a monasterios e iglesias, aún no hemos visto
nada”. Lo contaba a voz en grito por teléfono una tarde, en Javier, cuando
me la topé en la agradable penumbra de una iglesia donde me había metido para
huir del calor sofocante.
El resto del grupo, como
digo, aceptable.
Lo peor de esta clase de
eventos es la burla de que somos víctimas por parte del Inserso los jubilados
que nos atrevemos a confiar en ellos. Si no hay dinero para todo háganse cinco
viajes en vez diez o sortéense cien plazas y no doscientas, pero la atención y
los servicios deben cuidarse más. Jubilado no es sinónimo de rebaño aborregado.
Los jubilados y ancianos, tengo que decirlo porque si no reviento, muestran más
cerebro que los inútiles que planifican estos viajes.
Puesto que hacíamos un recorrido
cultural, también la gastronomía es cultura y Navarra no es parca en buena
mesa, pero de esto los organizadores del Inserso deben entender más bien poco.
Unas patatas desatendidas, acompañadas de un guiso de carne soso, fue uno de
los platos menos aborrecibles.
Y si digo que un cuarto de tortilla española con dos croquetas de bacalao fue la mejor cena que hicimos, sobran más palabras. Aunque sí debo referirme al que fue el plato rey, largamente celebrado durante el resto del viaje: una paella de carne, anunciada a bombo y platillo por nuestra ínclita guía, que resultó ser, finalmente, una masa pastosa de arroz (arroz meloso lo llamó alguien) con tropezones de hígado. Algo incomible.
Y si digo que un cuarto de tortilla española con dos croquetas de bacalao fue la mejor cena que hicimos, sobran más palabras. Aunque sí debo referirme al que fue el plato rey, largamente celebrado durante el resto del viaje: una paella de carne, anunciada a bombo y platillo por nuestra ínclita guía, que resultó ser, finalmente, una masa pastosa de arroz (arroz meloso lo llamó alguien) con tropezones de hígado. Algo incomible.
Rebaño de vacas pastando, en Burguete. |
La guía de Pamplona anduvo
durante todo el itinerario por la ciudad, más preocupada en que no se le cayese
el vestido sin tirantes, con que lucía los torneados hombros y el generoso
escote, que en explicarnos la historia y el arte locales.
La de Roncesvalles parecía
salida de un cuadro renacentista flamenco. Risueña, pecosilla, de ensortijado
pelo pelirrojo y con un deje de picardía. Trató de mostrarnos el lado lúdico de
los valles navarros lo mejor que pudo y supo, y nos guió por el museo del
monasterio obviando cuanto pudo autores, fechas, referencias y contextos
históricos. Se entretuvo en mostrarnos un cuadro del manierista Morales, una
Virgen con Niño que, quizá por no ser mi estilo preferido, me pareció bueno
pero sin exceso; sin embargo no logré sacarle ni una palabra de un Ecce Homo
impresionante que, por su ubicación en el museo, mostraba ser pieza importante.
Y pues estamos en
Roncesvalles diré que aquí empezó ya a presentársenos el lado oscuro de la
peregrinación a Compostela. Autobuses a pie de monasterio esperando grupos de
seudo peregrinos, con minúscula mochila o sin ella, pero portando todos con
orgullo la vieira que, supongo, los acreditaba como esforzados peregrinos.
En un bar estaban
refrescando el gaznate media docena de acicalados peregrinos, salidos de alguna
revista de modas a juzgar por sus vestimentas y, en una mesa aparte, una oriental,
delicada como una figura de porcelana, se la adivinaba peregrina por la vieira
colgada al cuello y unas botas como gamellones en que había enfundado sus
piececitos, pero el resto de la vestimenta parecía recién comprada en una boutique
fashion.
Quizá por esto, por
mostrarse tan bien acomodados, hacen patria los dueños de esos establecimientos
clavando al peregrino y más si ese peregrino es extranjero. Dos cañas: 3,60 €
para los nacionales; a quienes no hablan español o sólo lo chapurrean, un café
con leche y una caña, 4,50 €. Visto por estos ojitos y oído por estas orejas
que se han de comer la tierra.
Roncesvalles es la
nostalgia del pasado con retazos de historia de dudosa credibilidad, y mucha leyenda
y superstición. Queda poco de lo que fue este lugar, salvo el recuerdo y la
añoranza. Aparte del museo del que ya he hablado es interesante la capilla que
guarda el sepulcro de Sancho el Mayor y una muestra de las cadenas que fueron
rotas por los navarros en la batalla de las Navas de Tolosa (este año
conmemoramos el octavo centenario).
Las cadenas de las Navas de Tolosa. |
Eso sí, recomiendo guarden
las cadenas como oro en paño y no las dejen examinar por ningún entendido. Aprendan
de lo sucedido en Burgos: dejaron fisgonear el Pendón de las Huelgas y ahora
resulta que no tuvo nada que ver con la dichosa batalla, pues es cien años
posterior a esas efemérides. A poco que se descuiden, a los navarricos les dirán
que esas cadenas fueron forjadas por algún chiquilicuatre el pasado siglo.
Y al Inserso le pido que atienda adecuadamente a los
jubilados que usan de sus servicios. Es bueno que haya perro en casa para
culparle de los destrozos y en España crisis para disimular la ineficacia de
las instituciones.
4 comentarios:
La comida, las guías.....es lo que tiene la crisis, padre......
La crónica viajera, excelente: Serviría de curriculum para aspirarante a guía turístico, pongamos por caso de IMSERSO.
Por cierto, mi percepción particular acerca de IMSERSO es hoy por hoy muy favorable, después de haber disfrutado de dos estancias en vacaciones. Creo que a los aborregamientos que describes contribuyen grandemente los mismos usuarios y en particular algunas de las personas-guía contratadas. Pero en definitiva, ¡virgencica virgencica, que nos dure, mal por mal, esta 'jauja' del Imserso si no le da al desgobierno éste que nos desgobierna por RESCATÁRNOSLO. Visto el percal...
(Como buena hija/nieta/bisnieta...de navarricos, conozco bien la zona que cuentas: Imprescindible)
Un abrazo
Una crónica muy buena de un viaje que debería haber sido muy diferente, en cuanto a guías, comidas...
Completamente de acuerdo, que reduzcan el número o las plazas, pero que ofrezcan al jubilado algo mejor.
Un abrazo.
Pues sí, pero del aborregamiento tampoco te libras en otros viajes organizados, es cuestión de suerte: compañeros, guias ...y cambia el viaje completamente o es soberbio o te lo destrozan. A ver si es que viajar va a ser al final también como lo del melón y el casamiento..
Publicar un comentario