A la noche, don José
con su mujer se acostó.
Porque no dijeran qué
a la grupa cabalgó.
Dale que dale y le dé
más de una vez lo intentó
mas, todos sabemos qué,
ni tanto así se le alzó.
Entonces la esposa fue
y con trazas amañó
tal calentura que, ¡a fe!,
al médico recurrió.
El galeno, a lo que sé,
por ser joven, recetó
dos tacitas de café:
“la leche la pongo yo”.
Maravillóle a José
ver qué pronto se curó
con, tan solo, aquel café.
(¿Y la leche que tomó?).