jueves, 12 de mayo de 2011

A la muerte

Que vendrás ya lo sé. Es nuestro destino
cruzarnos en los hilos de la vida.
Y tejer tu victoria y mi caída
en una misma urdimbre, es nuestro sino.

Procurar engañarte es desatino
sabiendo, como sabes, si es rendida
en término, la edad que fue medida
el día que iniciamos el camino.

Cuando vengas, ¿lo harás con gran alarde
de dolores y gritos, de tal suerte
que de ti, ya ahora, horror y espanto guarde?

¿O tomarás, quizá, mi cuerpo inerte,
y en la callada paz de alguna tarde
me esperarás, amante, dulce muerte?

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