domingo, 25 de marzo de 2012

Pilar

(Poema en prosa).

Es la madrugada de cualquier día absurdo.

Los candiles de la noche se han roto y un reguero de estrellas quema el cielo, estremeciendo el silencio.

La luna pone su tonsura redonda en la oscura mediocridad.

Sus ojos, pestañas imposibles orlando la redondez de la pupila, recortan las sombras y separan el bulto animado de los volúmenes inertes mientras abre los labios en un mohín de intransigencia.

- Pili, Pilar, niña (pues eres niña pese a tus veinte años), niña rota, desmadejada, ¿por qué no duermes? La noche está en su apogeo y sólo el ruin murciélago rompe el aire con aleteos quejumbrosos.

Pili, Pilar, niña con necesidades de mujer, mujer apasionada como niña, se agita indolente y murmura palabras avariciosas. ¡Está necesitada de todo!

La gata negra de los lamentos celosos persigue un jabalí de hirsutas púas por la arriscada umbría de la habitación. Está a punto de alcanzarlo y el jabalí gruñe, se revuelve mostrando la agresividad del colmillo, pero la gata recela y esquiva el amago. Luego, continúa la persecución implacable.

Si sus piernas la aguantasen también ella perseguiría al jabalí, como la gata. Seguiría el rastro hasta la misma madriguera y amamantaría a sus pechos a los indefensos rayones.

- Pili, Pilar, niña, niña rota, desmadejada, ¿por qué no duermes?

Un día, tan solo un día, posó los pies desnudos sobre la fresca hierba y corrió sintiendo bajo sus plantas el lamento cantarín de las margaritas y el lloro resbaladizo de un diente de león, mientras lágrimas de rocío le bañaban las piernas. La escapada murió entre las raíces de un roble, y el tronco negro recató la agitación núbil de la carrera. El esfuerzo la había agotado. Nunca pensó que costara tanto imaginar huidas. Quedó exánime y avisada.

Desde entonces, a Pili, Pilar, entre mujer y niña, le agitan el espíritu fantasmas de carne y hueso, nudos de angustia que se le clavan en el alma y le sangran el corazón. Un río rojo le mana del pecho, junto al seno izquierdo, donde se llega el jabalí a beber. La gata de azabache arrima el morro y olisquea. Luego vuelven a la carrera una tras el otro y rompen el tiempo llamando a la mañana.

Por entre los pliegues temblorosos de la cortina el sol hace guiños de luces y colores.

Pili, Pilar, niña y mujer a un tiempo, rezuma vida, temores y un sentimiento grave que subiéndole del pecho se le hace mariposas en la boca y arpegios en los oídos.

Pili, Pilar, a la par mujer y niña, se acicala como cualquier otra, monta en la silla de ruedas y sale a perseguir jabalíes.

1 comentarios:

P MPilaR dijo...

No por menos tonsurada, o si fuera,
he de aceptar alusión directa a mi nombre común, del otro propio: PiliMPilar...
Un retazo poético digno para esparcimiento de primavera. Dominical. Si se tercia, por qué no,
semanasantero.
Qué buen recaudo para tus escritos, Milano:
Nunca de blogs las palabras
hubieron tan gran fortuna!
Me ha encantado el poema prosa. Antes poema que prosa.
Un abrazo

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