lunes, 21 de mayo de 2012

Mano de póquer


En toda su vida de jugador jamás había tenido una mano como aquella. Escalera de color a ases, y más de un millón sobre la mesa.
- No puede ser cierto-, pensó, mientras se secaba el sudor frío de las manos.
Y no lo era. El trallazo de un trueno le despertó en medio de la noche.

Cálculo fatal


Entre ellos se abría un abismo de falta de entendimiento.
Un día él decidió salvar el vacío, pero calculó mal el salto y quedó colgado en la terrible nada de dos existencias.

Valencia


El ejército muslim cubre la carrera con golpeo de cimitarras contra los escudos.
 Por el medio de las dos filas avanza Jimena, negro escofión de raso, sayal ceñido con cinturón de plata, manto cordobán y borceguíes de terciopelo. Tras ella cuatro corceles zainos arrastran el túmulo de Ruy Díaz. Negro sobre negro y tristeza en la mirada.
Al pie de la torre albarrana la espera el taifa sarraceno que le besa las manos y saluda con la zalema:
- Selam aleih, ¡ye sayyideti!
Jimena abaja la cabeza, arrasados los ojos, y aguija el caballo.
Valencia queda atrás. Delante amanece Cardeña.

Mutantis mutandi


Fue defensor entusiasta del sexo femenino hasta la tarde que cayó, accidentalmente, en el estanque donde vivía una hembra de cocodrilo.
Ya no volvió a hablar bien de ninguna mujer.
Ni mal…